domingo, enero 08, 2006

LA EDUCACIÓN EN CLAVE DE GÉNERO

Educar en clave de género, consiste en presentar la escuela como un espacio de equidad, yendo más allá de la simple “no discriminación”.

Construir un escuela diferente, significa introducir la democracia en la escuela, cambiar la manera tradicional de enseñar. Se trata de crear un proceso de enseñanza-aprendizaje horizontal y responsable entre estudiante y docente. Esta es una condición necesaria para que una educación en igualdad sea una realidad, ya que precisan del diálogo, la expresión de sentimiento y aspiraciones comunes.

Porque la educación que proporcionemos hoy formará a la ciudadanía de mañana, debemos empezar entonces, por decidir qué ciudadanía queremos, qué futuro pretendemos. Para ello, la coeducación parece ser el pilar fundamental que debería tener cualquier proyecto educativo, tratando así de ayudar a que se desarrollen todas las posibilidades y aptitudes de una persona.

Coeducar es garantizar y promover que ambos sexos adquieran y desarrollen con libertad todas esas capacidades personales. Coeducar es educar sin diferenciar los mensajes transmitidos en función del sexo, eliminando diferencias, incorporando saberes, valores, actitudes y capacidades, masculinas y femeninas por igual.

Hay que eliminar todas aquellas desventajas que frecuentemente se observan en la educación. Conseguir una educación igualitaria significa garantizar aprendizajes iguales para hombres y mujeres en todos los planos, acabar con los déficit de competencias en las niñas, como puedan ser el liderazgo, el espíritu de riesgo, el manejo de la información y la tecnología, entre otros. Y complementariamente, eliminar las desventajas de los niños, como es la cooperación, la inteligencia emocional, la empatía, la resolución de conflictos, el trabajo en equipo, entre otras. Solo entonces, cuando esta coeducación se produzca al cien por cien, podremos hablar con toda propiedad de “igualdad de oportunidades.

Una igualdad de oportunidades, que se consigue repensando la manera de educar que, poco a poco, vemos instalada en nuestras escuelas, pero que se deben trasladar al resto de la sociedad para que realmente sean efectiva.

Una educación socialmente distinta, que supone colocar la afectividad a la misma altura y con el mismo peso que la educación cognitiva. Una educación donde los afectos y sentimientos instruyen, porque se aprende de lo que se percibe y de lo que se siente. Promover, en definitiva, una educación de interacciones y relaciones igualitarias, más afectiva, humana y comprensiva, dejando al margen cualquier estereotipo.